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Enfrentar el racismo en el trabajo

El año 2020 demostró ser un año histórico pues, ante la pandemia global ocasionada por el virus COVID-19, gobiernos de todo el mundo se vieron en la necesidad y obligación de adoptar medidas sanitarias y políticas sin precedentes. 

Entre los acontecimientos que sacudieron al mundo destaca el asesinato –a manos de un oficial de policía de Minneapolis– de George Floyd, el 25 de mayo. Este suceso generó una ola de enfurecimiento social y alimentó más de tres semanas de extensas protestas en todo Estados Unidos en contra la brutalidad policial que, de manera sistemática, es ejercida hacia la población afroamericana.

La discriminación racial es una realidad mundial que ha sido un problema constante y comúnmente ignorado. Mantenerse en silencio o al margen de esta ha demostrado ser mortal y ha perpetuado, de la misma manera, la existencia de este sistema de opresión. Ante la severidad de este problema, acciones para enfrentar el racismo deberían ser prioridad tanto a nivel gubernamental, como a nivel empresarial y corporativo. 

George Floyd, Asesinado el 25 de mayo del año 2020

Es necesario entonces que las empresas arranquen el problema de raíz y, para ello, se debe implementar una estrategia que comprenda desde la mecánica estructural y social de sus propias organizaciones, hasta el papel que éstas desempeñan en la economía en general. Es bien sabido que los programas de diversidad e inclusión han fallado históricamente, sin embargo, existen formas de mejorar la situación en el ámbito laboral como, por ejemplo, programas de contratación para combatir el sesgo, capacitar a quienes se encargan de las contrataciones de manera “equitativa” y apoyar a los empleados de color, especialmente a los empleados afroamericanos.

A nivel personal también hay mucho trabajo que hacer, pues es necesario un mayor nivel de empatía e inclusión por parte de jefes y empleados blancos quienes, de acuerdo con Harvard Business Review, deben aprender a escuchar realmente las necesidades de sus colegas, a reconocer sus propios prejuicios, historias y acciones cotidianas bajo una nueva luz. Pues, ser voceros de la diversidad, la raza y la inclusión es responsabilidad del privilegiado y no del oprimido. 

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